
Los vinos tintos son la carta de presentación de esta zona del centro del país. Sus uvas son regadas por las aguas del río Tinguiririca, que cruza el valle de oriente a poniente, y la maduración de los frutos se regula por los vientos marinos provenientes del oeste.
La Cordillera de la Costa no sobrepasa los 500 metros de altura y el horizonte se percibe como una serie de suaves lomajes. La Cordillera de Los Andes, en tanto, se empina hasta los 4.500 metros, sirviendo como una barrera que contiene la brisa del mar, la que finalmente permanece en circulación.
Las primeras haciendas de la zona se construyeron en el siglo XVII, dedicadas principalmente a la actividad agrícola y ganadera. Y ya en el siglo XIX hicieron su aparición las primeras viñas, aprovechando el perfecto equilibrio entre sol y lluvia.
El valle mide alrededor de 29 kilómetros de norte a sur y tiene 16.848 hectáreas de cultivo, las que se han repartido en más de 20 viñas, con una producción superior a los 10 millones de litros anuales.
Esta concentración de viñas permitió la creación de la primera ruta del vino, en una iniciativa conjunta entre las principales viñas de la región (Bisquertt, Casa Lapostolle, Casa Silva, Cono Sur, Del Nuevo Mundo, Emiliana, Orgánico, Estampa, Hacienda El Araucano, Laura Hartwig, Los Vascos, Luis Felipe Edwards, Montes, MontGras, Santa Cruz, Santa Helena, Santa Rita, Siegel, Viu Manent).
A partir de ese momento, la zona se transformó en un polo de atracción turístico, lo que impulsó la creación del Tren del Vino y un sendero de excursión en la Viña Montes
La Cordillera de la Costa no sobrepasa los 500 metros de altura y el horizonte se percibe como una serie de suaves lomajes. La Cordillera de Los Andes, en tanto, se empina hasta los 4.500 metros, sirviendo como una barrera que contiene la brisa del mar, la que finalmente permanece en circulación.
Las primeras haciendas de la zona se construyeron en el siglo XVII, dedicadas principalmente a la actividad agrícola y ganadera. Y ya en el siglo XIX hicieron su aparición las primeras viñas, aprovechando el perfecto equilibrio entre sol y lluvia.
El valle mide alrededor de 29 kilómetros de norte a sur y tiene 16.848 hectáreas de cultivo, las que se han repartido en más de 20 viñas, con una producción superior a los 10 millones de litros anuales.
Esta concentración de viñas permitió la creación de la primera ruta del vino, en una iniciativa conjunta entre las principales viñas de la región (Bisquertt, Casa Lapostolle, Casa Silva, Cono Sur, Del Nuevo Mundo, Emiliana, Orgánico, Estampa, Hacienda El Araucano, Laura Hartwig, Los Vascos, Luis Felipe Edwards, Montes, MontGras, Santa Cruz, Santa Helena, Santa Rita, Siegel, Viu Manent).
A partir de ese momento, la zona se transformó en un polo de atracción turístico, lo que impulsó la creación del Tren del Vino y un sendero de excursión en la Viña Montes
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